Fugitivos

Son realidades muy conocidas. Tan cosmopolitas como el más allá del mar. Se gana algo más de complicidad con las transparencias menos peliagudas y las míseras depresiones, incluso con la conversión de las escuchas... Saber que se puede contar con alguien son limites y cachitos dispares, empatías sencillas y armoniosas, paciencias, oportunidades. Pero ¿cómo se eligen las personas?, ¿o las modas?, sobre todo si no tienes olfato. Estamos yendo hacia el sistema de etapas, pero lo que queremos es susurrar, mirar, ser versátiles. Jugar a esas determinadas cosas es lanzarse, también viene a ser productivo. Está claro que nada es tan urgente como el destino, aunque sea solo por un día o durante veinte segundos. Aquí se hace una llamada de atención y un plan de convivencia; también se reclaman transparencias, compromisos y otras estrategias contra la pobreza. Lo más preocupante, es que todo se observa con normalidad. La narración implica un contundente ejercicio que no afloja la denuncia y el rechazo aparente. Amar, sufrir, rezar ya no son vísperas. Sin habitación propia es la lacra que se describe teóricamente. Buscaba una flor y encontró el fruto: su mundo. Tal normalidad parece, de tan sencilla, la cuestión más difícil, con la excelencia de los pasos perdidos. ¿Qué mecanismos tan raros deben operar en el subconsciente?